sábado, 28 de febrero de 2009

2o Foro nacional de jóvenes hablanes de lenguas originarias



Están invitados a participar!
Pueden pedir informes a:
Laboratorio Escénico A.C.
Vulcanizadora Producciones S.C de R.L.
www.laboratorioescenico.org
laboratorioescenico@yahoo.com
vulcanizadoraproducciones@yahoo.com.mx
Tel.: 01(228)8410092// 0452281803338

domingo, 22 de febrero de 2009

Tlachichilco, de Lilia Ramírez

Aire fresco, sonrisas que las flores revientan al sol, casas con perros y tendederos escurriendo el aguacero de la noche anterior: ropa infantil, pantalones de mezclilla vueltos de revés lavados a mano en una laja de piedra. Sabe Dios cómo le hacen para exprimirlos.
El gallo y sus gallinas se trepan a los asoleaderos en donde ventilan sus heces. Los helechos viven felices alimentados por litros de humedad, que abunda por estos rumbos; casuchas desvencijadas de madera; tejas habitadas por líquenes; aceitosas cochinillas; hambrientas lombrices; macetas oxidadas; cubetas de basura; cercas con espinas, guayabos, naranjos, cafetos, las teles encendidas, el olor de la manteca, el chile asado y la tlanepa.
Pozos vivos acompañados de sus inseparables cuerdas: remembranzas de ahorcados y de niños ahogados.
El cerro se encuentra a tiro de piedra: la cantera hace eco de los gritos de los tordos y de los ahora silenciosos cañones, recuerdos de nuestras luchas pasadas.
Las luchas actuales, prescinden de cañones.

El País de las aguas alegres, de Lilia Ramírez



En los húmedos días del verano, olfateo seres diminutos, audaces, melancólicos, que reclaman todos los espacios imaginables de este país de las aguas alegres.
Se encuentran sobre el muro del patio, el pan o la hojarasca; se meten en los bolsillos de las ropas, en los zapatos, los libros y hasta en el propio cuerpo. Crecen y se multiplican vertiginosamente, los más pequeños se descubren a sí mismos al portar los colores tornasolados escondidos en la luz blanca.
Otros, los gigantes, sorprenden a las mismas ranas y sapos, pues crecen tan rápido, que después de un día saturado de lluvia, aparecen la siguiente madrugada en los patios, agarrados tenazmente a un trozo de madera la cual devoran de inmediato; trepados en las paredes oscurecidas por el agua con la que se han impregnado; compitiendo con los transeúntes por un pedazo de banqueta; intrusos visitantes de una maceta o de un árbol muerto, del que sólo queda el esqueleto.
Los maravillosos hongos son capaces de sobrevivir en cualquier objeto orgánico o mineral: la humedad es suficiente para alimentarlos, es ella quien los hace crecer, los fortalece, los transporta, los consiente, son sus hijos predilectos.
Los hongos son la casa de los gnomos, y convierten el anfibio mundo que contemplo desde la ventana de mi cuarto, en un cuento de hadas.

jueves, 19 de febrero de 2009

¿Duele más el cuero o la camisa?


Como maestra en ciencias en ingeniería industrial, y gracias a mi gusto por viajar, he aprendido (más que en los libros de texto), cómo las personas de otros países valoran la integridad de sus cuerpos de una manera poco frecuente en nuestro medio. Estoy entrenada para reconocer, aun sin proponérmelo, las medidas de seguridad (si acaso las hay) que se observan en cualquier ámbito: las vías públicas, los cines, el hogar, una escuela, etc. Industrial es un término que va más allá de las factorías, pues según mi enfoque, designa cualquier actividad humana “industriosa”, término que según la RAE, significa “Que se dedica con ahínco al trabajo”.

Recuerdo que de niña, para llegar a casa de mis padres en temporadas de lluvia, antes de atravesar la última calle, se formaba un arroyo alimentado por el desahogo de la precipitación pluvial tan abundante en la Sierra Madre Oriental en donde reina, como el mayor colector de agua, el majestuoso Pico de Orizaba. Los vecinos improvisaban un puente con tablas de madera sujetadas con las enormes piedras que la misma corriente arrastraba. Si este puente temporal era rebasado, muy seguro que los zapatos quedarían empapados e inservibles, así que muchas personas en la misma situación que mi familia, preferían quitárselos y con ellos bajo el brazo, cruzar descalzos el arroyo. Gracias al calzado de plástico la probabilidad de encontrar esta escena ha disminuido, sin embargo, no es imposible encontrar gente que prefiere desnudar sus pies y exponerlos a una infección, una cortada, una luxación, o a un resfrío, a fin de resguardar su calzado.

Por otro lado, es muy común observar la falta de precaución al montar motocicletas tan de moda hoy en día en nuestra región. Como cirqueros en un número mortal, viajan padre, madre y cuando menos uno o dos pequeños guardando equilibrio y ninguno de ellos protegido con casco. Un caso más es cuando al hacer reparaciones a vehículos en las calles o carreteras, las personas no tienen (o no se los ponen) chalecos que aumenten su visibilidad y protejan su integridad física. Otro caso es los hombres que rompen pavimentos o muros a cincelazos, o con perforadoras neumáticas. A pesar de la densa nube de polvo pegajoso que va dar a sus pulmones, no usan mascarilla y mucho menos gafas protectoras. Ni qué decir de los cinturones de seguridad de los vehículos particulares incluyendo taxis. Aunque veamos que todos llevan puesto el suyo, existe siempre la probabilidad, por pequeña que sea, que es falso y que se usa para evitar la multa correspondiente.

Por cierto que más allá del contexto de la seguridad estrictamente hablando, pero muy cercanos al tema de calidad de vida, existen escenarios en los que una amplia tolerancia por parte de los ciudadanos, aunada a la negligencia de los gobernantes, permite situaciones indeseables como la que sucede en el Teatro Llave de Orizaba: alrededor de las 9 de la noche, cuando el espectáculo alcanza su punto culminante, una oleada de olor a taco árabe acaba con la inspiración del más exaltado espíritu, y parece que la teoría del condicionamiento de Pavlov, se aposenta en la audiencia. Una asociación de ideas me conduce directamente a los asaderos de pollos. Según puede verse en las calles un domingo cualquiera, las chimeneas de estos establecimientos, o no existen, o carecen de la altura suficiente para evitar que el área se contamine con pequeñísimas partículas de grasa que van depositándose imperceptiblemente hasta formar capas de cochambre en todas las superficies cercanas. Y ya aterrizados en la cuestión de los olores, al acercarse a la calle Oriente 5, el lector encontrará el afamado expendio de café en donde no hay orizabeño emigrado, que no se abastezca de kilogramos y kilogramos de este producto cuando viene a visitar a sus familiares. Pues a eso de las 11 de la mañana encienden el tostador, cuya chimenea desahoga una carga de gases (CO2, CO, NO2, N2O) y otras linduras toxificantes que son arrojadas literalmente a la cara de transeúntes, vecinos y comerciantes. Sin embargo, nadie dice nada, no se queja, y en todo caso, no hay claridad de cómo hacerlo. Sobre todo, creo que popularmente predomina la idea de sometimiento a un ícono comercial. ¿Quién podría quejarse de una acción (a todas luces contaminante) cometida por el proveedor de café T&M (Tostado y Molido) más popular de la ciudad?

martes, 3 de febrero de 2009

San Florencio Mártir





Hacia el sur de la ciudad, prácticamente en donde termina la Calle Madero, se encuentra una de las iglesias antiguas más pequeñas de la ciudad: la Parroquia de San Juan de Dios. Según la placa que aparece a un lado de la entrada principal, es decir, sobre el muro poniente de la misma, se comenzó a construir en 1738.







En esta iglesia, llama sobremanera la atención una urna de cristal donde reposa un hombre joven, bien parecido, un mártir que al parecer fue soldado, pues porta manopla, cota, espada y escudo, aunque calza sandalias y sus pies, así como su rostro (que son las únicas partes del cuerpo visibles) sorprenden por lo naturales que se ven.




Urna donde reposa el ?cuerpo incorrupto?





Hay quien dice que el día de su Fiesta, antiguamente, le sacaban de la urna para afeitarle (en realidad el santo tiene barba tupida)




En este vaso, se guarda su corazón.


Se nota un hacha clavada en su cabeza.